miércoles, 7 de enero de 2009

El mito del Pirata y su indómito dueño



Para tí y solo para tí, que me ayudaste a encontrar mis cielos perfectos para poder tomarles fotos..


-"Me gustan las fotos de los cielos". Ese era el pretexto favorito de Vic para salir de la ciudad cada fin de semana. Cuando se le escuchaba decir su frase célebre, se sabía que se desaparecería unos cuantos días de la faz mundana y se iría con Pirata lejos de la ciudad.

El proceso era más o menos rutinario: el día antes a su partida tenía una sonrisa inmensa y sólo aumentaba mientras preparaba las cosas para su viaje: Sólo un par de pantalones, los tenis de batalla, tres playeras, una chamarra abrigadora y muchos libros. ¿Lo demás? Eran croquetas, juguetes, la correa y el tapete de Pirata.

Vic jamás salía sin su eterno acompañante y guardián, un hermoso labrador negro cuyo pelaje brillaba con la luna y su dulce mirada parecía la de un anciano y sabio gurú.

Un poco de música, algo de dinero, la cámara de fotos y el tanque de gasolina lleno...no necesitaba más.

Eligió un fin de semana al azar y decidió ponerse en camino hacia la ruta de "los pueblos mágicos". Tenía ganas de pasar cerca del volcán y explorar la zona. Alguien le había dicho que las piedras volcánicas ayudaban a curar el alma y él quería saldar algunas cuentas pendientes con la suya
Llegando al primer retorno hacia su primer destino se bajó, estiró las piernas un rato y dejó que Pirata corriera tan lejos como él quisiera.."Me gustan las fotos de cielos", musitó con los dientes cerrados mientras los recuerdos comenzaron a embargarlo. De pronto sólo pudo pensar en ella, sí, en la única que le había podido romper el corazón...

Se limpió las lágrimas y comenzó a cantar con todas sus fuerzas: Sabina, Búmburi, Los Tres y Calamaro fueron los que le prestaron sus letras para desahogarse...hasta quedarse sin voz.

El día parecía perfecto para viajar en busca de respuestas. Ya había tenido esa conversación con la filósofa que a veces le quitaba el sueño y no llegaron a nada. Ella estaba empeñada explicarle en que las respuestas no se encontraban viajando y que el alma no se busca, sino que se cultiva, mientras que él sólo pensaba en las fotos que tomaría mientras duraba la búsqueda y en que quería alejarse de todo.

Así que se subió de nuevo al coche y comenzó a manejar. Pensó en que sus ganas de sentirse miserable se habían quedado en un salón de fiestas de segunda, cuando la encontró bailando en una apoteósica escena griega: no había más que oficinistas lujuriosos, gordos y sudorosos, con muchas botellas de vino alrededor y unas cuantas "musas" entre velos y vapores.

Mientras se aproximaba al nuevo destino, se dio cuenta que conforme habían pasado los monótonos y rutinarios años se perdía lo verde de sus ojos, los lunares de sus hombros ya no eran los mismos y hasta la risa estridente que lo caracterizaba se volvió una triste y falsa sonrisa chueca.

Sólo volvía a brillar intensamente cuando veía los cielos azulosos, sepias, llenos de estrellas, con pájaros, con nubes, enmarcados por montes, mares, soles y lunas. Pero eso ya no pasaba desde hacía mucho tiempo, se sentía vacío, solo y con la tristeza a cuestas.

Quizás fue por eso que decidió irse lejos..

Sin darse mucha cuenta de hacia dónde se dirigía, se encontró con la madrugada en la carretera. Los primeros rayos de sol lo acompañaron hasta el pueblo de las cascadas y se estacionó para comer algo. El paisaje era perfecto para un breve descanso, así que bajó del coche con todo y Pirata, la cámara de fotos y emprendieron el camino sin mirar atrás, temiendo la maldición de la mujer de Lot.

Dicen algunos lugareños que nunca habían visto correr a alguien tan rápido como a él. Otros comentaron que su sonrisa estaba llena de esperanza y unos más se alejaron de ahí al ver que se le caían pedazos de piel a cada paso que daba.
Cuentan que vieron alejarse a un esqueleto viviente en compañía de un perro que no dejaba de ladrar. Casi al ocaso, justo cuando el sol se puso rojo y el cielo negro, se hicieron uno. Tomaron una forma nueva casi irreconocible, que terminó siendo la de un rinoceronte que se alejaba rápidamente del entorno, hacia la laguna que se formaba en la caída de las cascadas.

Nadie más los ha vuelto a ver desde entonces. ..Sólo es un hecho que desde hace unos meses un rinoceronte habita la región mágica de las cascadas. No se sabe cómo llegó, ni cómo sobrevive ahí..
Hasta la fecha no han encontrado los restos de Vic o del Pirata, pero si se escucha con atención, sólo algunas temporadas del año justo antes de que el sol se oculte, sentirán un cálido murmullo que mientras los abraza, musita "me gustan las fotos de los cielos..." y se aleja corriendo.

No hay comentarios: